viernes, 20 de junio de 2014

Posiciones irreconciliables.



Después de las victorias de Chile y Costa Rica, algunos DTs de Facebook, rabiosos ellos, llenaron las redes sociales de opiniones como “Si a Sampaoli no le hubieran hecho la camita…”, “Si Pinto no se hubiera ido de Perú…” y otras sandeces que defendían con el estilo de Martha Chávez abogando a su jefe japonés, o perro de chacra Mulder, lamiendo a su patrón obeso. Algunos de esos opinólogos, a pesar de no ser invitados, escribieron acalorados en mi muro de Facebook, que los hinchas de Cristal “deberíamos tener vergüenza porque Jorge Soto le hizo la camita a Sampaoli y ahora él triunfa en el Mundial”.
Yo puedo estar de acuerdo o en desacuerdo con las decisiones que tomen los dirigentes o  jugadores del club por el que hincho. Seguro algunas decisiones serán buenas y otras malas como ocurre con todo en la vida. Sin embargo, quiero contarles qué cosas sí me darían vergüenza de mi club.
1.       Me daría vergüenza que mis dirigentes voten una y otra vez por el Montesinos del Fútbol, Manuel Burga, perpetuando su mafia en el fútbol peruano; a cambio de que salve a mi equipo de la baja.

2.       Me daría vergüenza que mi equipo le deba millones a la Sunat



3.       Me daría vergüenza que el Gordo González haya sido mi dirigente


4.       Me daría vergüenza que en un partido donde es local mi club y debe este dar seguridad a todos los asistentes, un Loco David y un Cholo Payet tiren de un palco a un muchacho.


5.       Me daría vergüenza que mis ídolos sean el Cuto Guadalupe, el Puma Carranza, Roberto Martínez, Machito Gómez y Misterio.

6.       Me daría vergüenza que la prensa le invente glorias a mi equipo

http://depor.pe/impresa/2014-06-11 

Como ven, nuestras conceptos de “vergüenza” son totalmente opuestos, pero entiendo que sus opiniones son producto de llevar el ADN del Puma Carranza en la sangre. Bien por ustedes.

jueves, 21 de junio de 2012

Los tontos de la puerta

Odio a pocas personas en el mundo. Si Dios me ha dado una virtud (o un defecto) es que me cuesta mucho sentir rencor o tratar mal a alguien, aunque se lo merezca. Pero entre el pequeño grupo de humanos que se ha ganado mi odio, tejiendo muy fino y entrenando a diario, están los tontos de la puerta.
Esta especie son personas que llevan viajando más de un año en El Metropolitano y creen que aún están en una combi pues no abandonan la horrible costumbre de quedarse parados en la puerta. Al principio traté de comprenderlos porque he sido una usuaria de combi por más de diez años, he sido aplastada, insultada y arrastrada por estos coloridos vehículos. Sé lo que se siente que grites tu paradero 10 cuadras antes y que al chofer le dé la gana de dejarte 10 cuadras después. Sé lo que es escurrirte como pericote entre todos los cuerpos comprimidos para llegar azul de la asfixia hasta la puerta destartalada y le pongas tu billete de S/.10 en la mano sucia del cobrador para que te entregue el vuelto con el tiempo justo para saltar en tu paradero. Sé lo que es preferir quedarse parado cerca a la puerta y hacerte el sordo cuando el cobrador te decía: "Avance al fondo que hay espacio".
Sin embargo, un mes fue suficiente para darme cuenta que entre El Metropolitano y una combi hay tres Vías Lácteas de diferencia. La primera semana palpaba con mi mano nerviosa el pasamano para encontrar dónde carajos estaba el timbre que anuncie al chofer que me tenía que bajar. ¡Oh maravilla! el bus se detiene en todos los paraderos ¿y si me quedaba dormida? Pues me bajo y tomo el bus de regreso que nada me cuesta.
Otras bondades que descubrí fue que el mejor lugar para pararse, cuando no hay asiento, es la parte central o como me gusta llamarla desde pequeña: el acordeón. No solo porque puedes apoyarte y prescindir de tus manos para sostenerte -mientras tanto puedes leer un libro o rascarte la parte del cuerpo que más te pique- sino que también porque es el lugar con mejor ventilación. Pero tiene otra virtud que es la más importante de todas, cuando subes al bus y caminas hasta el acordeón le das la oportunidad de subir a otras personas que también quieren viajar rápido y no lo pueden hacer por los soquetes que se quedan parados en la puerta.
Miles de veces me he quedado en la estación dejando pasar los buses y mirando con desprecio a la masa de brazos y cabezas aplastadas en la entrada, mientras en el acordeón cuatro gatos dormitan de lo más lindo. Pero un día decidí nunca más dejar pasar un bus y darles batalla a los tontos de la puerta. Ahora mi estrategia consiste entrar sí o sí al bus, llegar hasta el acordeón y en el camino hacerle daño con mi cartera a la mayor cantidad de tontos. Me ha funcionado pero dudo que mi cartera algún día los extinga, tendrían que volver a nacer. ¿Tan difícil es pensar en el otro?

viernes, 18 de mayo de 2012

La intangibilidad del alma (de mi abuelo)

Unos días después de que a mi abuelo -un roble de 90 años- lo sedaron para que una máquina suplante a sus pulmones y le permita respirar (eso que hacemos a cada momento sin notarlo) padre llegó a la casa después de visitarlo, mostrándome preocupado un papel en el que mi abuelo, en unos cortos minutos en el que los médicos lo despertaron de su sueño inducido, escribió unas palabras que no podíamos comprender. Esa noche pasamos bastante tiempo con padre tratando de descifrar qué había escrito mi abuelo en esa hoja y no lo logramos. Después de rendirnos padre e hija, recuerdo haber pensado con tristeza que esas palabras se las llevaría el viejito a la tumba, pues su estado de salud era bastante crítico. Sin embargo, como todo en este mundo es relativo y nada es absoluto, mi abuelo salió de esa crisis y ahora usa sus pulmones sin ayuda de una máquina y su lucidez asusta. Hoy padre llegó con esa misma hoja de papel en las manos, su gesto en el rostro no era preocupado sino deslumbrado. Me dijo: ¿sabes qué escribió Papito [mi abuelo] aquí?. Escibió: La intangibilidad del alma.
Mi abuelo pensó que había muerto el 5 de abril, el día que lo sedaron para ponerle el respirador. Cuando lo despertaron se desconcertó de sentirse vivo si ya había "muerto" días antes, por eso pensó en la intangibilidad del alma. Al menos estoy segura que el alma de mi abuelo es intangible y noble.

martes, 27 de diciembre de 2011

Un Cua Cua

Cuando estás fuera del Perú, hasta la cosa más insignificante te hace pensar en él. Aún está fresco en mi memoria el Cua Cua que me comí 3 años después de salir de Perú, cuando vivía en Venezuela. Todavía recuerdo la satisfacción de abrir la refrigeradora y ver entre el humo helado que se desperramaba por mi cara, la envoltura marrón con el pato amarillo sonriendo feliz y congelado.
Creo que durmió una semana guardado en su habitación glaciar, hasta que no pude más y lo abrí. Mordí el Cua Cua helado y cada pequeño cuadradito de wáfer se me pegaba en la lengua y dejaba salir todo el sabor a chocolate que hacía trabajar a mil mi memoria y recordar a mi tierrita.
Quince años después, estoy aquí, paso por una bodega o por un súper y veo el mismo pato amarillo sonriendo, ya no tiene la gorra de costado y su atuendo es más moderno. Ya no es el mismo de antes pero sigue siendo el mismo de siempre.
Les dejo un antes y un después del Cua Cua

viernes, 11 de noviembre de 2011

Mi sentido del humor nunca duerme

En unos días (13 de noviembre) se cumplen 6 años de la muerte de Omar Dante. Esta fecha siempre la recuerdo no para sufrir -de hecho cada vez que lo traigo a la mente es por algo que me hace sonreír- la recuerdo para saber cómo estoy desde que comenzó su infinito viaje a Venus. Hasta en los peores momentos de su enfermedad ambos supimos sonreír y eso es lo mejor que me ha dejado.
Debo admitir que algo necesario en mi vida es el sentido del humor, venga de donde venga, de un chiste, de una viñeta, de una película, de una persona, de donde sea. Las personas que están cerca a mí saben que mi sentido del humor nunca duerme y espero que siga despierto siempre hasta cuando diga adiós.
Les dejo esta payasada de Le Luthiers

lunes, 13 de junio de 2011

El único perro que me ladra



Acabo de enterarme del estado de salud de Chilcano, un canino muy especial porque llegó en un momento difícil de la vida de su dueño y porque con su simple estilo de vida supo darle otra visión del mundo y de los problemas. Fui testigo de ese feliz encuentro y ahora soy testigo de la dura decisiòn que el dueño de Chilcano debe tomar con respecto a su futuro.


Tengo un perro (Yaco) que me acompaña hace tres años y compartir la vida con él es descubrir otra forma de amistad y fidelidad que muchas veces quisieras ver en las personas. Hace poco Yaco sufrió su segunda convulsiòn de este año lo que nos confirmó el diagnóstico de epilepsia. Estará bien mientras no le den tres convulsiones al mes, pero no quiero pensar en eso solo quiero seguir disfrutando su compañìa desinteresada, solo quiero que dure lo que dure y que siga siendo el perro que me ladre.









domingo, 22 de mayo de 2011

Foreveralone, las pelotas

Los que me conocen (o creen que me conocen) saben que, así no más, no hablo sobre mi vida. Para mí es muy difícil decir lo que siento (no lo que pienso), pues tengo la idea -equivocada o no- que mis amigos ya tienen suficiente con sus rollos como para aventarles los míos. Así que aprovecharé este insólito arranque de desahogo, para escupir algunas cosillas que face to face no te las suelto ni a patadas.
Hace unas semanas -y entre broma y broma- me puse una etiqueta graciosa, creada para un solitario candidato presidencial: foreveralone. Lo curioso fue que de tanto repetirla, me empecé a creer el cuento y la sensación no fue muy agradable. La espina sobre si soy una foreveralone o estoy en camino a serlo comenzó a hincar.
En el 2005 murió Omar, la única persona con la que tuve una relación sentimental plena; han pasado casi 6 años desde que dije adios y durante este tiempo no he vuelto a toparme, tener o encontrar, una persona con la que me sienta tan bien como me sentí con él. En algún momento me pregunté si estaba cometiendo el error de esperar a alguien que sea como mi finado enamorado, pero concluí que no; que simplemente quería una relación donde no me importe entregar todo -en cristiano ser pisada (porque lo soy)-, mientras sienta que vale la pena.
Las personas (no especulen con el número, por favor) con las que me he topado durante este tiempo, no han sido mala gente, pero con ninguno me he sentido feliz y creo que eso sucedió, sobre todo, porque no supe sentirme feliz conmigo misma.
Conversando con una buena amiga, me dijo: no eres foreveralone, eso déjalo para Castañeda. Creo que le haré caso y no le arrebataré el título al solo y triste Castañuelas.





Para terminar les dejo esta salsita bien foreveralone: