martes, 27 de diciembre de 2011

Un Cua Cua

Cuando estás fuera del Perú, hasta la cosa más insignificante te hace pensar en él. Aún está fresco en mi memoria el Cua Cua que me comí 3 años después de salir de Perú, cuando vivía en Venezuela. Todavía recuerdo la satisfacción de abrir la refrigeradora y ver entre el humo helado que se desperramaba por mi cara, la envoltura marrón con el pato amarillo sonriendo feliz y congelado.
Creo que durmió una semana guardado en su habitación glaciar, hasta que no pude más y lo abrí. Mordí el Cua Cua helado y cada pequeño cuadradito de wáfer se me pegaba en la lengua y dejaba salir todo el sabor a chocolate que hacía trabajar a mil mi memoria y recordar a mi tierrita.
Quince años después, estoy aquí, paso por una bodega o por un súper y veo el mismo pato amarillo sonriendo, ya no tiene la gorra de costado y su atuendo es más moderno. Ya no es el mismo de antes pero sigue siendo el mismo de siempre.
Les dejo un antes y un después del Cua Cua

viernes, 11 de noviembre de 2011

Mi sentido del humor nunca duerme

En unos días (13 de noviembre) se cumplen 6 años de la muerte de Omar Dante. Esta fecha siempre la recuerdo no para sufrir -de hecho cada vez que lo traigo a la mente es por algo que me hace sonreír- la recuerdo para saber cómo estoy desde que comenzó su infinito viaje a Venus. Hasta en los peores momentos de su enfermedad ambos supimos sonreír y eso es lo mejor que me ha dejado.
Debo admitir que algo necesario en mi vida es el sentido del humor, venga de donde venga, de un chiste, de una viñeta, de una película, de una persona, de donde sea. Las personas que están cerca a mí saben que mi sentido del humor nunca duerme y espero que siga despierto siempre hasta cuando diga adiós.
Les dejo esta payasada de Le Luthiers

lunes, 13 de junio de 2011

El único perro que me ladra



Acabo de enterarme del estado de salud de Chilcano, un canino muy especial porque llegó en un momento difícil de la vida de su dueño y porque con su simple estilo de vida supo darle otra visión del mundo y de los problemas. Fui testigo de ese feliz encuentro y ahora soy testigo de la dura decisiòn que el dueño de Chilcano debe tomar con respecto a su futuro.


Tengo un perro (Yaco) que me acompaña hace tres años y compartir la vida con él es descubrir otra forma de amistad y fidelidad que muchas veces quisieras ver en las personas. Hace poco Yaco sufrió su segunda convulsiòn de este año lo que nos confirmó el diagnóstico de epilepsia. Estará bien mientras no le den tres convulsiones al mes, pero no quiero pensar en eso solo quiero seguir disfrutando su compañìa desinteresada, solo quiero que dure lo que dure y que siga siendo el perro que me ladre.









domingo, 22 de mayo de 2011

Foreveralone, las pelotas

Los que me conocen (o creen que me conocen) saben que, así no más, no hablo sobre mi vida. Para mí es muy difícil decir lo que siento (no lo que pienso), pues tengo la idea -equivocada o no- que mis amigos ya tienen suficiente con sus rollos como para aventarles los míos. Así que aprovecharé este insólito arranque de desahogo, para escupir algunas cosillas que face to face no te las suelto ni a patadas.
Hace unas semanas -y entre broma y broma- me puse una etiqueta graciosa, creada para un solitario candidato presidencial: foreveralone. Lo curioso fue que de tanto repetirla, me empecé a creer el cuento y la sensación no fue muy agradable. La espina sobre si soy una foreveralone o estoy en camino a serlo comenzó a hincar.
En el 2005 murió Omar, la única persona con la que tuve una relación sentimental plena; han pasado casi 6 años desde que dije adios y durante este tiempo no he vuelto a toparme, tener o encontrar, una persona con la que me sienta tan bien como me sentí con él. En algún momento me pregunté si estaba cometiendo el error de esperar a alguien que sea como mi finado enamorado, pero concluí que no; que simplemente quería una relación donde no me importe entregar todo -en cristiano ser pisada (porque lo soy)-, mientras sienta que vale la pena.
Las personas (no especulen con el número, por favor) con las que me he topado durante este tiempo, no han sido mala gente, pero con ninguno me he sentido feliz y creo que eso sucedió, sobre todo, porque no supe sentirme feliz conmigo misma.
Conversando con una buena amiga, me dijo: no eres foreveralone, eso déjalo para Castañeda. Creo que le haré caso y no le arrebataré el título al solo y triste Castañuelas.





Para terminar les dejo esta salsita bien foreveralone:

viernes, 18 de marzo de 2011

Estamos desratizando (y desahuevando)

Absolutamente sorprendida por mi capacidad para ilusionarme sin motivo, ver fantasmas donde no ha muerto nadie, creerme el cuentazo cuando solo me han metido un triste floro y ahogarme en un charquito; me siento frente a la PC, para hacerle caso al gatuno amigo que me dijo: Escribe. Y eso haré, en un intento por quitarme, un poco, la sorpresa.

Hace unos días decidí entrar en terapia de Desahuevina de 500 mg, por varios motivos que no voy a detallar en este post porque me da demasiado roche con mis muchos o pocos lectores; ya las personas a las que, de milagro, les he soltado a cuentagotas mis paltas (y camotes), sabrán entender a qué motivos me refiero. El asunto es que estoy tratando de dejarme de cojudeces y parar las antenas para disfrutar un poquito más los pequeños placeres del día. Desde el rico cafecito de Carabaya que me tomo casi todas las mañanas y tardes; hasta las movidas de cola que me proporciona el único perro que me ladra, Yaco.

El lunes mi mamita chapó su avión hacia Cartagena y, como suelo hacer cada vez que se va lejos de mí, la extraño horrores. En una corta conversación que tuvimos hoy por Messenger, me lanzó una bala que ha contribuido también a mi terapia: "nos ocupamos tanto en justificarnos, que nos olvidamos de dar afecto". Esto no solo aplica para las personas sino para cualquier situación. Es lo que he estado haciendo últimamente, gastando mis baterías en reales cojudeces y olvidándome de las cosas y personas importantes.

Hoy escuchaba un par de canciones que son la síntesis de lo que es y será mi terapia. Y que dure lo que dure:

"Te llevo para que me lleves" de Gustavo Cerati. Llevar para que te lleven. No aceptes nada menos que eso.

"Whatever" de Oasis. La palabra favorita de mi amiga Carlita. Eres libre para hacer lo que sea (otra cosa es que no quieras verlo)









martes, 8 de febrero de 2011

Causitas de atún y pollo

Algo tardío mi post, pero no puedo dejar de hablar de lo bueno que me trajo el 2010; aunque ya esté bien entradito febrero y su calor infernal. De hecho el 2010 lo hubiera sido considerado -gracias a cosas que en realidad no valen la pena- como un mal año para mí porque su inicio no fue muy auspicioso, o mejor dicho, porque dejé que me trataran como una zapatilla vieja.

Felizmente ese año lo salvó la amistad y todas las personas extremadamente paja que conocí, con las que me reencontré, las que redescubrí, las que me prestaron su hombro para llorar, con las que bicicleteé, con las que viajé, con las que canté.

También la gente que me desahuevó sin anestesia, y quienes me ayudaron a tragarme mis miedos con pan y mantequilla. Tampoco me olvido de la gente que me hizo reír hasta el piso, como si fueran los PAYASOS de mi fiesta y los amigos que me dieron regalitos inesperados y esperados. Los que se dejaron alucinar (que no es lo mismo que burlar) por mí y los que me alucinaron.

No vale la pena poner nombres, ellos y ellas saben quiénes son y que mi cariño por ellos es infinito. Gracias por existir en el 2010 y quédense en el 2011.

Porque sabemos agradecer, a pesar de lo vivido...Les dejo esta canción de Búnbury