He vuelto a escribir en mi blog porque no me quería llevar a la cama lo que tengo adentro, porque estoy escuchando a Spinetta y recuerdo más que nunca a Cerati, porque aún no me olvido de un abrazo que recibí hace poco, porque las últimas cosas sobre las que estaba escribiendo eran: nutrición, salud y economía familia, cuando soy la persona menos indicada para referirme a esos temas; porque siento que estoy acercándome -solo un poquito- a la Vania (o a la Almendra) que quería volver a ser y quizá también porque no escribía en el Gusano de Seda desde abril, y ya me empezaba a hincar esa espinita.
Como dije antes, estoy escuchando a Spinetta y recuerdo más que nunca a Cerati. Así que el tema que me trae a este post es Gustavo. Más de dos meses y no despierta. Ya no pienso en si lo hará algún día, porque no tengo respuesta para esa pregunta. Así todos los doctores de Latinoamérica hayan dado sus pronósticos -unos más infaustos que otros-, eso es algo que nadie sabrá y que yo particularmente no quiero enterarme hasta que ocurra algo.
Cuando Cerati recién tuvo ese cortocircuito en el cerebro, estuve tentada de pedirle a Joaquín Ortiz (el editor de los Blogs de El Comercio), que reactivara mi blog Cerati en Lima, que tuve cuando vino a Lima para el concierto de abril. En el último post que escribí (emocionada haste el tuètano), varias personas comentaron que sintieron como si fuera la última vez que veían a Cerati, lo que me pareció tan extraño porque yo salí del concierto convencida que volvería pronto. Me hubiera gustado preguntarles a todos los que sintieron eso el por qué.
En fin, Cerati sigue dormido, sigo extrañándolo pero sigo repitiendo: Gracias por venir.
Me ha sido muy difícil elegir qué canción les dejo de Spinetta, quien (no muchos lo saben) es muy admirado por Cerati y de hecho su música tiene bastante influencia del Flaco. Así que dejo dos: Muchacha ojos de papel y Bajan (cantada con Cerati)