viernes, 18 de marzo de 2011

Estamos desratizando (y desahuevando)

Absolutamente sorprendida por mi capacidad para ilusionarme sin motivo, ver fantasmas donde no ha muerto nadie, creerme el cuentazo cuando solo me han metido un triste floro y ahogarme en un charquito; me siento frente a la PC, para hacerle caso al gatuno amigo que me dijo: Escribe. Y eso haré, en un intento por quitarme, un poco, la sorpresa.

Hace unos días decidí entrar en terapia de Desahuevina de 500 mg, por varios motivos que no voy a detallar en este post porque me da demasiado roche con mis muchos o pocos lectores; ya las personas a las que, de milagro, les he soltado a cuentagotas mis paltas (y camotes), sabrán entender a qué motivos me refiero. El asunto es que estoy tratando de dejarme de cojudeces y parar las antenas para disfrutar un poquito más los pequeños placeres del día. Desde el rico cafecito de Carabaya que me tomo casi todas las mañanas y tardes; hasta las movidas de cola que me proporciona el único perro que me ladra, Yaco.

El lunes mi mamita chapó su avión hacia Cartagena y, como suelo hacer cada vez que se va lejos de mí, la extraño horrores. En una corta conversación que tuvimos hoy por Messenger, me lanzó una bala que ha contribuido también a mi terapia: "nos ocupamos tanto en justificarnos, que nos olvidamos de dar afecto". Esto no solo aplica para las personas sino para cualquier situación. Es lo que he estado haciendo últimamente, gastando mis baterías en reales cojudeces y olvidándome de las cosas y personas importantes.

Hoy escuchaba un par de canciones que son la síntesis de lo que es y será mi terapia. Y que dure lo que dure:

"Te llevo para que me lleves" de Gustavo Cerati. Llevar para que te lleven. No aceptes nada menos que eso.

"Whatever" de Oasis. La palabra favorita de mi amiga Carlita. Eres libre para hacer lo que sea (otra cosa es que no quieras verlo)