Gran parte de mi vida (suena a muchos años, pero son solo 26), ha estado llena de cambios. Y si bien muchos de ellos han sido por demás agradables y me han llenado de satisfacción, todos, absolutamente todos, tuvieron un preámbulo de miedo que estrujó mi corazón.
Antes de anclar en Surquillo en un departamento que califico injustamente de mío, porque valgan siempre las verdades: es de mis padres; me mudé 7 veces. Algunas de estas mudanzas implicaron no solo cambiar de barrio y de patas, sino también cambiar de país y de formas de hablar.
Así pasé 4 años en Venezuela, diciéndole a mis patas: chamos. Además del cambio de casa también tuve que sufrir los traslados de colegios que implicaba vivir horas de tortura, rompiéndome la cabeza, pensándo si seré capaz de adaptarme a pasar todo el día con otra gente que vive distintos sueños y admiran a otros héroes. Tanto miedo por las puras porque allá, conocí a personas extraordinarias que no solo me recibieron muy bien sino también me entregaron las más variadas formas de cariño.
El miedo ha sido mi compañero incansable de viaje, siempre he luchado para no sentirlo pero es hora de dejar de peleear esta batalla inútil contra él. Al fin y al cabo las cosas nunca resultan tan feas como las imagino y como dice Tim Burton en una de sus pelas - no recuerdo cuál- "algunas veces el miedo es la respuesta adecuada"
Esta canción no tiene nada que ver con lo que escribí pero es bonita:
viernes, 12 de febrero de 2010
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